Lo reconozco ahora mismo. Soy un enfermo incurable de todo aquello que gire en torno a la astronomía y, por extensión, a la “conquista” del espacio. Todo tipo de relato o trivia que revista una pátina relativa al espacio exterior adquiere inmediatamente un atractivo especial para mí. Es algo que me puede. Pero oigan, que no soy el único. Me cruzo relativamente seguido con otros “lunáticos” con quienes compartir ese entusiasmo.Y no sólo eso. Es un hecho que muchas de las grandes historias del mundo del entretenimiento, incluyendo literatura, cine, series y juegos, giran en torno a estos temas. Y ello es así porque hay público para ello.
El siglo XX fue cambalache, como reza el tango. Un desfile de bochornosos sucesos, más o menos analógicos a los de los siglos que lo precedieron, más o menos similares a los de los sucesos que lo vienen sucediendo desde que concluyó. “El hombre, lobo del hombre” y la máquina insensible al servicio de los intereses de pequeñas elites que dirigen imperios que se disputan recursos. Y en el llano, hombres y mujeres que sufren. Insensibilidad, segregación, dolor. Pero al hacer memoria histórica, es dable rescatar un suceso de dicho siglo que permite medirlo como un momento histórico en que nuestra especie logró una proeza digna de fascinación.
Fue el momento en que el hombre se aventuró más allá de nuestra estratósfera y dio inicio a la era espacial.
Porque más allá de las guerras mundiales, de las revoluciones tecnológicas y otros hitos como la guerra fría, sí hubo algo que fue un espacio de disputa geopolítica (pero desde la perspectiva histórica un logro colectivo) fue dar nuestros primeros pasos fuera de la Tierra. El hombre llegó a la luna. Y es que todavía nos cuesta creerlo.
Objeto obsesivo de la ficción romántica, su misterio hipnótico alimentó desde siempre nuestra literatura, nuestra ciencia, nuestra religión. Distintas culturas le asignaron deidades, algunas veces femeninas, como Artemisa o Minerva, otras veces masculinas, como el hermano de Amateratsu, Tsukuyami no kami. Nuestra relativa buena capacidad de identificar patrones nos permitió en algún momento de nuestra historia comprender los ciclos lunares y su impacto en la vida en nuestro planeta. Y su argento y etéreo manto ha bañado desde siempre a quienes miran para adentro buscando dar respuesta a los grandes misterios de la vida: el amor, la muerte, la esperanza, la fe, el sentido, la tensión entre el individuo y el cuerpo social al cual quiere fundirse sin dejar de ser sí mismo.
A continuación, y con motivo del aniversario de la llegada del hombre a la Luna, te recordamos dos indies que la tienen por objeto y que merecen que los experimentes.
Deliver Us The Moon, es una experiencia que nos coloca en un futuro distópico no tan lejano en el tiempo. En su universo narrativo, la Tierra tiene serias dificultades para producir energía a causa de una crisis ecológica y su habitabilidad depende de obtener energía económica, lo cual se buscaba enviar desde nuestro satélite gracias a una tecnología novedosa que permite extraerla de ciertos minerales allí localizados y enviarla por antenas. Pero algo ha salido mal. Se ha perdido contacto con las bases lunares y la suerte ha sido la misma con la expedición que intentó averiguar qué sucedió y poner en marcha el suministro de energía. El juego transcurre en su totalidad en primera persona, es esencialmente una experiencia narrativa que se cimenta sobre la exploración de entornos muy inmersivos y algunos puzles.
Se trata de un indie holandés muy recomendable que se encuentra en todas las consolas actuales y pc (incluido en GamePass). Si bien es lógico que debamos hacer algunas concesiones propias del relato de ciencia ficción, la inmersión que propone esta experiencia es tal que sin dudas reflexionarás sobre la fragilidad de nuestra biología y su incuestionable anclaje a las variables físicas y químicas de nuestro planeta, o sobre como esa misma fragilidad es aplicable a nuestro cuerpo social y las decisiones colectivas. Mención especial para el despegue desde la Tierra y los momentos de exploración sin gravedad.
To the Moon es el primer título de una trilogía de indies reminiscente en su estética de los rpg de 16 bits pero con una potencia narrativa que no tiene nada que envidiarle a los grandes del género, del que anteriormente ya te habíamos hablado. El argumento es básicamente el siguiente: una dupla de especialistas tienen por misión insertar en la memoria de un enfermo convaleciente recuerdos ficticios por las cuales pagó. Un concepto que hemos visto de alguna manera en películas como Total Recall, Inception o en negativo en Eternal Sunshine of the Spotless Mind. Sin caer en spoilers, lo que se busca es sembrar el recuerdo de un viaje a la luna. Un hermoso título que deberías jugar sin faltas.
¿ Recordás algún otro título que la tenga a la Luna por centro ? Hablanos del shooter de DS, de las Lunas rojas de Breath of the Wild o el último nivel de Super Mario Odysseys en la sección de comentarios.
